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"El Expreso Imaginario": periodismo y contracultura

La publicación dirigida por Jorge Pistocchi y Pipo Lernoud puso en el centro de sus intereses al correo de lectores, la ecología, la filosofía oriental y los pueblos originarios. Alfredo Rosso cuenta sus comienzos como cronista en la mítica revista.

Por Mariano Nieva - Agencia Paco Urondo

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Foto: Natalia Pasquino

Cuando se habla de periodismo contracultural en nuestro país aparece de inmediato como referente la experiencia que se dio entre los años 1976 y 1983 y que se llamó El Expreso Imaginario, una de las revistas más contestatarias que tuvo la prensa escrita vernácula. Alfredo Rosso, uno de los más destacados periodistas especializados de rock, cuenta en esta entrevista para Agencia Paco Urondo sus comienzos como cronista en la mítica publicación, los

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temas inéditos para la época que abordaban en sus páginas y la historia de La Mano a principios del nuevo milenio que, según el propio Alfredo, conservó aquel espíritu rebelde y original del Expreso.

Agencia Paco Urondo: Hoy mucho se habla de mestizaje en el rock y quizás a nadie le sorprenda para bien o para mal la fusión de estilos que se puede encontrar. Y me parece que El Expreso en esto, como en tantas otras cosas, fue de vanguardia. En sus páginas podían convivir el rock, el folclore y el tropicalismo.
Alfredo Rosso: Esto que decís, lo aprendí en aquellos años de colegas como Claudio Kleiman, por ejemplo, que es quien trajo la música brasilera al Expreso, y así nos enteramos hace más de 40 años de la existencia de Caetano Veloso, Gilberto Gil, Hermeto Pascoal y Ney Matogrosso. Pipo Lernoud, por su parte, metió el folclore en un momento en que le teníamos un poco de miedo a este estilo, junto con el tango, porque había una especie de fricción con los tangueros que habían sentido en los ‘60 que el rock les había quitado escenario y figuración, y de algún modo tenían razón. Algo de eso había pasado por aquel tiempo.
 
APU: ¿Y en qué momento sentís que esa mixtura de sonidos y estilos empezó a escucharse con más claridad entre nuestros artistas? 
AR: Todo se fue integrando, como cuando volvió la Negra Sosa al país luego del exilio y, ya superada la dictadura, en el escenario donde se presentó estaban León Gieco y Charly García. O Daniel Sbarra, músico de Virus, que tocaba por entonces con Jaime Torres. Entonces comenzó una etapa maravillosa que hoy en día es una constante y a nadie ya le asusta, y es que el rock se fusione con el folclore, por ejemplo. Eso sí, nunca debemos dejar de honrar a los pioneros como Gustavo Santaolalla quien este mestizaje ya lo hacía en los ‘70 con su grupo Arco Iris. Si por ejemplo escuchas su canción “Quiero llegar”, vas a encontrar tango "piazzoleano", folclore y también jazz.
 
APU: ¿Qué significó para vos haber sido parte del Expreso Imaginario teniendo en cuenta que recién habías salido de la colimba, el contexto en que apareció la publicación y la estatura de mito que luego alcanzó?
AR: El Expreso para mí fue un aprendizaje, imagínate que tenía 21 años y recién salía de hacer el servicio militar junto con Claudio Kleiman, a quien conocí ahí, en el cuartel. A los 15 días de haber conseguido la baja me puse a hacer una sección que se llamaba “La hora de los inéditos” en el programa de radio “Viento a favor”, en colaboración con Fernando Basabru quien había sido mi compañero en el secundario y que hoy nos acompaña y nos mira desde algún lugar del cosmos. Además, trabajaba en una grabadora editando discos y cuando entré al Expreso, que recién comenzaba, me encontré con una generación que me llevaba entre cinco y diez años de experiencias, y que tenía además una mirada humanista de la vida y un afán de libertad a todo precio.
 
APU: Gente con mucha lucidez y visión de futuro.
AR: Totalmente, ahí estaban Jorge Pistochi y Pipo Lernoud como sus directores; el Negro Horacio Fontova, al que todo el mundo lo conoce como músico y humorista pero que es un gran diagramador y un gran dibujante y que hizo un enorme trabajo en la revista. José Luis Damato, quien era el que se encargaba de todas la notas sobre ecología, y mucha otra gente que se fue sumando, como Gloria Guerrero, Sandra Russo y Roberto Petinatto, quien como todos sabemos fue saxofonista de Sumo y que llegó a ser director en la última etapa de la revista a la cual mucha gente no le da la debida bola.
 
APU: Es cierto lo que decís con respecto al periodo en que estuvo Petinatto al frente de la revista, muy pocos lo recuerdan y lo reconocen.
AR: Creo que lo interesante del trabajo de Petti es que intentó insertar la revista en los ’80, en un contexto muy diferente a los comienzos. Aunque acepto que quizás la primera etapa que va desde el 76 hasta el 79 haya sido la más fructífera de la publicación.
 
Un tomatazo para Travolta
Hacia 1978 los principales grupos de la escena local se habían disuelto. Las noticias de las separaciones de La máquina de hacer pájaros, Invisible, Crucis, Polifemo, Soluna y Pastoral entre otros, se conocieron por las páginas del Expreso Imaginario. Esta situación, sumada a un contexto de asfixia producto de la dictadura militar y del exilio de grandes figuras como León Gieco, Lito Nebbia, Gustavo Santaolalla, Pino Marrone y Edelmiro Molinari, hizo que cayeran de manera considerable tanto la edición de nuevos materiales discográficos como la cantidad de shows en vivo. Por otra parte, el film Saturday night fever estrenado un año antes, dirigida por John Badham, y la cultura de la música disco en nuestro país fueron otros de los factores que agravó la situación. Artistas como Bee Gees, Donna Summer, Gloria Gaynor y Kool & The Gang eran las principales estrellas de un fenómeno que proponía a la discoteca y al baile como alternativa a la comunión del recital.
El Expreso Imaginario, bien a su manera, no permaneció ajeno a esta nueva circunstancia y recogiendo el guante en la edición N° 26 de septiembre de 1978, puso en tapa un tomatazo en el rostro de John Travolta, ícono de la música disco. La portada fue acompañada por una sarcástica nota central titulada “Los afiebrados robots de sábado por la noche”.
 
APU: Otra de las cosas que se le rescatan al Expreso fue el haber sido una suerte de periodismo de anticipación. Hablaban de lo que muchos callaban.
AR: Pipo y José Luis Damato fueron pioneros en abordar lo que se venía, el tema ambiental, la contaminación de los mares y la polución en las ciudades. Todo esto lo hablábamos en 1977 y 1978, en la sección “El manual para habitar el planeta Tierra”, por ejemplo, algo realmente “incorrecto” para la época, porque era abordar estos temas en un país ideal en donde estaba todo bien y éramos derechos y humanos. Así que con toda esa gente hicimos una revista que hablaba de cine, teatro, ecología y comunidades en una época en donde no se podía hablar de todo eso libremente. Por eso, considero que Expreso Imaginario fue un lugar de resistencia cultural en una época espantosa. Por otro lado, mi aporte era en la parte musical con Kleiman, Basabru y el inolvidable Edy “La Foca” Rodríguez, quien también tocó con el Negro en el dúo que conformaron y que le pusieron por nombre Fontova y la Foca.
 
APU: Muchos no saben que El Expreso Imaginario tuvo un fugaz paso como programa de radio. ¿Cómo se dio esa experiencia?
AR: Luego de muchos años, hubo un intento en 2001 de reflotar la experiencia, pero no pasó de una emisión en radio La Tribu, que fue divertida y que contó con la conducción de Rubén de León, el cantante y líder de La banda del paraíso, pero no dio para continuarlo. Luego, Jorge Pistochi hizo algunas producciones para números sueltos, y nada más.
 
APU: Hoy estás trabajando en un libro que tiene que ver con rescatar tus notas del Expreso. Contanos un poco más acerca de este proyecto
AR: Efectivamente, estamos haciendo un libro con Pipo y Kleiman de nuestras notas en el Expreso. Por supuesto que tenemos que ser selectivos, porque es un trabajo que va a tener unas 400 páginas y no podemos poner todo. Además, son sólo nuestras notas, de las cuáles tenemos los derechos y nos pone muy contentos poder hacerlo. Y como estamos prologando las entrevistas que hicimos por aquellos días, nos movilizó mucho también.
 
APU: Más allá de los montones de recuerdos que tenés de aquella época ¿Qué te pasó al volver a tomar contacto con aquel material?
AR: Imaginate volver a recordar, por ejemplo, el reportaje que le hice a Spinetta en la época de su disco Kamikaze en su casa de Florida, y todo lo que estaba pasando alrededor, porque el encuentro con el Flaco sucedió en medio de la guerra de Malvinas. O la nota al grupo Television, que me acuerdo que la hice a pocas cuadras donde yo trabajaba en el sello Music Hall y que la escribí en un restorán chino, donde iba a almorzar todos los días, o sea que hay elementos hasta jocosos. En resumen, es un ejercicio muy fuerte volver a recodar esas notas y darme cuenta en la mayoría de los casos qué actualidad que tienen, cómo están tan vigentes no sólo por los músicos de los cuales hablamos, sino también por la onda que tienen los escritos.
 
APU: Viendo un poco la actualidad de los medios de comunicación. ¿Sentís que dejaron algún tipo de herencia en la manera de hacer periodismo escrito?
AR: En cuanto a la herencia creo que hicimos algo muy digno en la época de La Mano, y en este sentido quiero mandarle un gran abrazo a Ralf Roschild quien posibilitó que la revista saliera en otro momento difícil para el material escrito, como fueron los años 2003 y 2004, luego del desastre del 2001, y él se jugó por el proyecto e invirtió. Esa publicación la hicimos con Pipo Lernoud, Marcelo Fernández Bitar y Martín Pérez, “El Gavilán”, hoy editor de Radar, el suplemento cultural de Página/12, quien fue muy importante; y por supuesto Roberto Petinatto el tipo que le puso a la publicación mucho más que el nombre. Y un montón de colaboradores como Fernando García, que al momento del cierre definitivo dejó una gran frase, cuando dijo: “me alegro mucho de haber trabajado en un revista que no es una franquicia”. La Mano duró 6 años, manteniendo, me parece, el espíritu del Expreso Imaginario.

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